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Los Berkutchi

 

Unos visten pieles, otros plumas. Unos pescan, otros recogen cocos. Unos viven en yurtas, otros en casas en los árboles. Aunque a duras penas, las comunidades indígenas se extienden por casi todo el planeta y mantienen tradiciones de lo más diverso, todas ellas son diferentes en función del clima o la orografía del lugar que habitan, pero hay algo que les caracteriza a todas: una relación cercana con la naturaleza.

Algunas tribus dependen de los árboles o de algún tipo de planta, mientras que otras tienen como rasgo principal su relación con los animales. En algunos países de Asia Central existe toda una cultura en torno a una especie: el águila.

Si imagináis un hombre y un águila tal vez os venga a la cabeza la imagen de los cetreros mongoles, pero este tipo de relación también es distintiva de Kazakhstan, Kyrgyzstan y el noroeste de China. 

Como es habitual las fronteras que delimitan unas determinadas costumbres no son políticas sino geográficas, y en este caso son las montañas del macizo de Altai las que han albergado desde hace siglos la cultura de los Burkut.

Sobre un caballo, cubiertos de pieles de zorro y lobo, y portando un enorme águila en el brazo, así suele ser la primera imagen que percibimos de los Burkut cuando tenemos la suerte de entrar en contacto con ellos. Sin embargo, tras esta estampa tan folclórica tantas veces vista en los documentales suele haber un pastor humilde que dedica parte de sus esfuerzos a mantener una cultura casi extinta.

La caza con águilas ha supuesto la subsistencia para muchas familias en la cordillera de Altai durante siglos, sin embargo, tras la aparición de armas de fuego mucho más efectivas, la tradición de la cetrería ha quedado reducida a pequeñas poblaciones donde algunos locales mantienen la esencia de esta práctica milenaria.

En Kyrgyzstan apenas quedan unos 30 burkutchis, casi todos ellos en las inmediaciones del lago Issyk Kul. Sus esfuerzos responden más a una visión romántica que práctica.

 

No es sencillo preparar un águila con el que formar un buen equipo de caza. Las águilas suelen ubicar sus nidos en elevadas oquedades en lo alto de las montañas y es allí adonde acude el burkutchi en busca del polluelo adecuado. Durante semanas observan a los padres para comprobar si son buenos cazadores, solo así se aseguran que sus descendientes también lo serán.

Una vez deciden el águila que quieren se descuelgan por las paredes rocosas hasta llegar al nido y extraer el polluelo. Desde ese momento en adelante el cetrero será su madre y le alimentará con la misma frecuencia que lo harían en el nido para lograr una unión casi familiar.

Tras mucho entrenamiento el águila y el burkutchi se hacen uno y cazan en conjunto. El hombre elige la presa, la señala, y el águila ejecuta lanzándose sobre el conejo, el zorro, o el lobo indicado. La velocidad y la potencia de sus garras convierten al águila real en una máquina casi infalible en terrenos abiertos, de ahí que la cetrería haya proliferado tanto en los valles y las estepas de Asia Central.

Sin embargo, la tradición burkut dice que tras varios años cazando juntos el águila debe ser puesto de nuevo en libertad para que viva el resto de su vida en estado salvaje.

 

La forma en la que el cetrero vive con el animal hace que éste no llegue a estar nunca domesticado completamente, de manera que tras 20 años cazando con su dueño es perfectamente capaz de sobrevivir otros 20 años más cazando en solitario.

 

Sus casi 2 metros de envergadura le convierten en el rey de los cielos de Asia Central, una región del mundo donde el águila real dorada se siente especialmente cómoda y que nos permite observarlo tanto en libertad como en compañía de los burkut.

Si quieres conocer más sobre esta fascinante cultura, en MinKul Travel te animamos a acompañarnos en algunas de las visitas que hacemos a los poblados burkut en Kyrgyzstan y Kazakhstan.

 

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