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Es muy sencillo ubicarlo en el mapa mundial. Se encuentra entre Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Afganistán y Turkmenistán. Suena fácil, ¿verdad? 

Mejor vamos a decir simplemente Ruta de la Seda y podremos hacernos un mapa mental.

Y es que Uzbekistán es el máximo exponente actual de esta ruta histórica que conectaba a los mercaderes europeos con la exótica china de siglos pasados. Aquellos caminos y viejas carreteras custodiadas por Gengis Khan hicieron posible el comercio entre dos mundos que tenían su paso principal en Uzbekistán, por eso hoy en día resulta evocador pronunciar nombres como Samarkanda, Bujará o Jiva, donde aún se respiran aromas de otra época y se pueden visitar posadas en las que durmió el mismísimo Marco Polo.

Podríamos decir que Uzbekistán es el país “más musulmán” de Asia Central, ya que la influencia rusa no es tan marcada como en Kazajistán o Mongolia, y aunque el ruso es también idioma oficial, los uzbekos mantienen una conexión más fuerte con el mundo musulmán en cuanto a religiosidad, gastronomía, vestimentas y costumbres del día a día.

  • Superficie: 447.400 km2
  • Población: 35 millones
  • Capital: Taskent
  • Altitud máxima: 4.643 m. (Kazhret Sultan)
  • Idioma: Uzbeko, ruso, karakalpako
  • Economía: Agricultura, algodón, gas, uranio.
  • Etnias: Uzbekos, rusos, tayikos, karakalpakos, koreanos, tártaros y kazajos.
  • Fauna: Corzo, antílope, camello bactriano, cabra siberiana, tejón, lobo, zorro…

La amabilidad de los uzbekos y la seguridad que reina en el país ha propiciado que en los últimos años Uzbekistán sea un destino turístico al alza, y es que lejos de escandalizarnos por la ubicación geopolítica del país, nos preocupa más encontrar nuevos recorridos alejados de la gran afluencia de viajeros en los lugares más clásicos. Como casi todo Asia Central, Uzbekistán es un país seguro, y se nota en el turismo. Por eso estamos continuamente explorando nuevas posibilidades a lo largo de todo el país, donde hemos encontrado algunos asentamientos rurales interesantes, o zonas más remotas en el valle de Fergana o en la región de Karakalpakstán, una república autónoma dentro de Uzbekistán.

Puede parecer que este exótico país es un desierto en comparación con las impactantes montañas de Asia Central, y de hecho, lo es. Los paisajes y el clima nos llevan a un desierto que en temporada de verano puede rondar los 40º mientras que en invierno las temperaturas de algunas zonas pueden bajar unos cuantos grados bajo cero. Ese ambiente desértico es justo lo que le da un toque diferente dentro del resto de países de su entorno. Mientras en Mongolia nos movemos a caballo, aquí el camello es el rey de las dunas, y donde en Kirguistán encontramos yurtas y pastores vestidos con pieles, en Uzbekistán avanzamos en busca de pueblos oasis con construcciones de adobe y uzbekos con turbante.

Es posible que busques conocer un poco más sobre la Ruta de la Seda y no quieras perderte enclaves históricos como los famosos Jiva, Samarkanda o Bujará, pero también puede que te apetezca explorar una cara más desconocida dentro de Uzbekistán. Si eres de los que lo quiere todo, estate atento porque cada año sacamos un circuito nuevo dentro del mítico oasis de la Silk Road.

Karakalpakistán

La república de Karakalpakistán es uno de esos sitios “olvidados” de Asia Central, no solo como destino de viajeros, sino incluso para la literatura y la historiografía. Sin embargo, esta región autónoma dentro del territorio de Uzbekistán, fue un lugar de gran importancia en un pasado más lejano que la mitología moderna construida en torno a la “Ruta de la Seda”. El idioma y las costumbres de los karakalpakos “las personas del gorro negro” están cercanamente relacionadas con sus vecinos del norte, los kazajos.

En la actualidad esta república se ha hecho famosa por albergar uno de los desastres ecológicos antropogénicos más grande del mundo, la desecación del Mar de Aral. Las prácticas de cultivo intensivo de algodón y las múltiples canalizaciones ineficaces de los dos grandes ríos que desembocaban en el Mar de Aral han dado como resultado una desertificación de un hábitat ya de por sí frágil. El icónico cementerio de barcos en la ciudad de Moynok es quizá lo que mejor sintetiza el desastre ecológico llevado a cabo en el Mar de Aral.

Sin embargo, poco se conoce de la riqueza de la cultura y de la sociedad de Karakalpakistán, un lugar que combina tradiciones nómadas y sedentarias y donde diferentes culturas conviven y forman parte de una historia heterogénea. Hoy en día, todavía son muy pocos los viajeros que llegan hasta Karakalpakistán, un lugar que brinda la posibilidad de conocer la verdadera hospitalidad y formas de vida reales de los habitantes de la estepa.

Noches en yurtas en la estepa frente a los lagos del Mar de Aral, travesías a camello por la estepa más árida, un museo de arte contemporáneo con la segunda colección de vanguardias rusas más grande del mundo, fortalezas y templos zoroastrianos de más 2000 años de antigüedad son algunas de las cosas que te sorprenderán de Karakalpakistán. Nada de autobuses atiborrados de turistas y vendedores que ven el símbolo del dólar en tu cara. En Karakalpakistán te llevarás experiencias a casa en vez de alfombras con el precio inflado “only for you my friend”.

Gastronomía

Si algún día te preguntan qué se come en Asia Central…llévalos a Uzbekistán. Si por algo se caracteriza el país además de por su inabarcable variedad arquitectónica, es por su fantástica cocina. Dicen que a través de la comida se conoce a los habitantes de una región, y en el caso de Uzbekistán además descubrirás la aportación culinaria que han hecho a todo Asia y Europa.

Las plazas y mercados uzbekos están llenas de puestos callejeros y restaurantes locales donde el paladar terminará con agujetas por tanta explosión de sabores, y es que el paso de la Ruta de la Seda ha dejado en Uzbekistán un legado de especias y recetas que han viajado desde China hasta Florencia y desde India a Moscú, propiciando una variedad gastronómica que ha ido evolucionando con el paso de los siglos.

Arroces elaborados con carne y verduras como el Plov, el Sashlik de cordero, las sopas de patatas, especias y hierbas del valle de Fergana, los famosos Mantis, o incluso el clásico Lepyoshka, una especie de pan uzbeko que tiene un carácter casi sagrado en todas las comidas. 

Todo lo que puedes encontrar en una mesa de Uzbekistán alberga tradición y mestizaje, y todo a precios muy asequibles que rondan los 2 euros por plato en la mayoría de los casos. Si algún día de preguntan qué se come en Asia Central, lleválos a Uzbekistán.

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